sábado, 9 de marzo de 2013

EN ATENAS YO TUVE UN AMOR.

La vida privada del hombre dentro del contexto de la Antigua Grecia está mucho más clara que la intimidad de las mujeres, de éstas sólo se tiene conocimientos de historias tan antiguas como Lesbos. La orientación sexual en sí, no era un identificador social, como sí lo es hoy en las sociedades occidentales. La sociedad griega no distinguía el deseo o el comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaran, pero sí por cuánto se adaptaba dicho deseo y comportamiento a las normas sociales estipuladas, basadas en género, edad y estatus social. 

Se tienen dos puntos de vista sobre el desenvolver sexual masculino en la antigua sociedad griega. Dover y Halperin hablan de una marcada polarización entre compañeros activos y pasivos, el penetrador y el penetrado, aquella dualidad amorosa estaba relacionada a los roles sociales dominantes y sumisos: el hombre activo se asociaba a la masculinidad, a un estatus social más alto y de mayor edad, mientras que el rol pasivo estaba asociado a la feminidad, a un bajo estatus social y a la juventud; de esta concepción se desprende que es normal que un hombre de alto estatus social penetre a alguien socialmente inferior, como lo son mujeres, hombres jóvenes, extranjeros, prostitutas y esclavos. Por el contrario, ser penetrado por alguien socialmente inferior, era vergonzoso. Otros autores, sólo hacen hincapié en la diferencia de edad: hombres jóvenes y hombres adultos, cuyas relaciones se definen como cariñosas, amorosas y afectivas, siendo centrales en la historia griega, en la política, en el arte, en la literatura, educación y en el llamado milagro griego. 

La pederastia era la forma más común de relaciones sexuales entre los hombres en Grecia. Ésta se concebía entre un hombre mayor y un adolescente. El hombre de más edad era llamado erastés y tenía la labor de educar, proteger, amar y dar un ejemplo a su amado, mientras que el joven era llamado erómeno y su retribución era su belleza, juventud y compromiso. 



El ser penetrado se traducía en un deshonor social, no obstante, existían ciertos protocolos para defender y proteger a los jóvenes. Se esperaba que el erómeno respetara y honrara al erastés, pero no tenía permitido desearlo sexualmente. A pesar de que ser cortejado por un hombre mayor era una prueba de hombría para los jóvenes adolescentes, un joven con deseo sexual recíproco para con su erastés debía afrontar un estigma social considerable.  

En el contexto de las ciudades-estado, se describe, estudia, sistematiza y establece a la pederastia como una institución social y educacional, siendo elemental en la vida civil, en lo militar, en la filosofía y en el arte. 

El primer ejemplo de cómo en la Antigua Grecia se usaba el amor entre soldados en la tropa para estimular el espíritu combativo es en el Batallón Sagrado de Tebas. Plutarco en su obra Pelópidas declara: “El Néstor de Homero no fue muy habilidoso capitaneando un ejército cuando ordenó que los griegos formasen por tribus (…) pues debía haber unido a los amantes con sus amados. Porque los hombres de la misma tribu se valoran muy poco los unos a los otros cuando el peligro acecha; pero un grupo cimentado en la amistad basada en el amor nunca será separado pues, temiendo la afrenta, los amantes por los amados, y estos por aquellos, así perseveran en los peligros los unos por los otros”.

Un reflejo de estas uniones es la heroica relación entre Aquiles y Patroclo en la Ilíada. La relación, aunque no se describe como sexual, al inicio de la antigüedad clásica (480 años antes de Cristo), los dos héroes se interpretaron como íconos pederásticos, estableciéndose una diferencia de edad entre ambos. Sin embargo, existe desacuerdo en quién era el penetrador y quién el penetrado.  


El rapto de Ganimedes, se ha visto durante siglos como una alegoría mitológica. Ganimedes era un príncipe troyano que cuidaba los rebaños de su padre, describiéndosele como el más bello de los mortales. Zeus, enamorado de su belleza, lo raptó y lo llevó al Olimpo, convirtiéndolo en copero. Zeus, transformado en un águila –su animal favorito– lo llevó entre sus garras al Olimpo, regalándole al padre de su enamorado una copa de oro y caballos divinos.

En vista de la importancia que se daba en la sociedad griega al cultivo de la masculinidad en los hombres adultos y a la feminidad asociada al ser penetrado en las relaciones homosexuales, las relaciones entre hombres adultos se consideraban controvertidas y problemáticas, concluyendo en una estigmatización social. No obstante, se consideraban normales si es que venían a continuación de una relación pederasta, al momento en que erómeno llegaba a la adultez, basándose en el refrán: “puedes levantar un toro si lo portaste de ternero”. 

La homosexualidad en la Grecia Antigua era parte de la institucionalidad con el hombre como protagonista y con una mujer en un rol secundario, una especie de homosexualidad mezclada con misoginia. Esto es reflejo de una sociedad donde lo privado era importante en la traducción del comportamiento de hombres y mujeres desenvolviéndose con el fin de maquinar sus vidas a nivel familiar, afectivo, sexual y social. Dónde penetrar y ser penetrado no tenía otra implicancia más que definir roles adaptados a normas sociales. Mientras uses tu pene, todo bien.

Referencias.
˗ http://www.bloganavazquez.com/2010/02/14/los-mariposas-o-sodomitas-erstes-y-eromeno
˗ http://www.pikaflash.com/foros/archive/index.php/t-42737.html
˗ http://europa-soberana.blogia.com/2011/062406--homosexualidad-en-la-antigua-grecia-el-mito-se-esta-derrumbando.php



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